“Me declaro en huelga afectiva porque voy a pensar en mí. Seré profundamente individualista, porque quiero mejorar, arreglarme, explorarme, voy a tratar de entender qué es lo que quiero. Quererme para quererte”.
Walter Riso
¿Cuántas veces hemos pensado que debemos adaptarnos, acoplarnos y ser como tal o cual organización requiere? ¿Cuántas veces la cultura organizacional nos arrastra hasta perder el rumbo personal y ya no poder identificar nuestras necesidades profesionales y personales? ¿Cuántas empresas más nos van a evaluar si somos o no adecuados? ¿No se supondría que el colaborador también tendría que evaluar a la organización para saber si se apega a sus valores y su visión personal?
Luego de más de 22 años de vida corporativa, encontré el vacío a esas preguntas una vez que salí de una organización que me hizo cuestionarme muy profundamente mi valor como profesional y como líder. Lo identifico como el punto de quiebre porque lo que la realidad y mi entorno me indicaban es que debía buscar inmediatamente una nueva oportunidad, un nuevo proyecto en el cual pudiera demostrar que era una profesional de valor, que aún podía adaptarme y demostrar a otros que seguía vigente.
Luego de unos días complicados y de autoflagelación, decidí entrar en lo que Walter Riso bien define como Huelga Afectiva. En mi caso no era por una pareja, sino por mi profesión, con la que había decidido hacer un compromiso para toda la vida, jurándole continuar en las buenas y en las malas, hasta la muerte.
Durante esta huelga afectiva profesional, decidí muy conscientemente ser egoísta con mi tiempo, ser individualista en lo que realmente me motivaba a seguir o no con el mismo compromiso, decidí arreglármelas con lo que tenía y poner una barrera exterior que me ayudaría a explorarme a través de la escritura, a analizar mis verdaderas razones y ser brutalmente honesta de lo que quería en el futuro y poner en claro mi afecto hacia la actividad en la que me había posicionado.
Durante esta huelga, me prometí no aceptar propuestas profesionales por urgencia, por angustia o por necesidad, porque de hacerlo estaría perdiendo el rumbo de lo que verdaderamente debía hacer para reencontrarme y retomar el rumbo.
En este tiempo, aparecieron personajes y propuestas profesionales que me hicieron cuestionarme aspectos que probablemente no me había planteado desde hacía tiempo atrás: ¿Me gustaría regresar a lo que había ejercido durante 22 años? ¿Cuánto valía mi conocimiento y experiencia de 2 décadas para volver a posicionarme dentro del gremio? ¿Valdría la pena continuar en la búsqueda de pertenencia corporativa? ¿Era el camino independiente lo más viable, aún con una crisis mundial venidera? ¿Qué tan vigente continúa mi profesión en un mundo globalizado? Y podría seguir enumerando un sinfín de preguntas que me hice.
El análisis y el tiempo dieron sus frutos. Mi huelga afectiva profesional duró 3 meses, mismos en los que llegué a algunas conclusiones que hoy te quiero compartir:
- La profesión, al igual que el amor, se transforma. Nunca eres la misma persona que empezó hace años. Hoy eres un profesional que construye desde la experiencia, con una perspectiva mucho más amplia. Por lo que aprovecha tu momento y considera que puedes tener miedo, pero después tendrás que actuar.
- Ninguna historia de éxito está libre de pausas ni de fracasos. Aprende del tiempo que te está tocando vivir y toma fuerza para el nuevo reto.
- Sé lo suficientemente egoísta e individualista para evaluar si la organización o proyecto con el que te quieres relacionar ahora o en el futuro se apega a tus valores y a tu visión de quien quieres ser en unos años. Algo poco entendido es que no solo las empresas ponen a prueba a sus colaboradores durante 3 meses, sino que en este tiempo los colaboradores también deben poner a prueba a la organización y saber si podrán o no apegarse a su cultura y visión a largo plazo.
- Las pausas son el espejo retrovisor en la vida profesional, que te dan el breve espacio para ver atrás, analizar el camino recorrido hasta ahora y reflexionar si continúas por la ruta inicial o la cambias. La falta de análisis te hace continuar en caminos que no necesariamente te llevarán a lo que tienes en mente.
- Elegir empleos o actividades por mera necesidad, drenará tu energía, te desviará del camino y al final volverás a buscar nuevas oportunidades.
- Siempre apuesta a tu Marca Personal, a eso que te hace único frente a un mundo lleno de competencia. Si sabes cuál es tu diferenciador y sabes transmitirlo de forma coherente y consistente, puedes posicionarte en la mente y el corazón de una audiencia específica que muy seguramente necesita de ti y del servicio o producto que le puedes ofrecer.
- No te quedes en huelga afectiva profesional indefinidamente. Ponle una vigencia y pasado el tiempo actúa.